lunes, 30 de mayo de 2016

Deconstrucciones sociales

Las familias no existen. Bueno, existen igual que una jaula o un periódico. Es decir, nos las hemos inventado nosotros. En algún momento de la historia, un homínido macho y uno hembra se pusieron a jugar a "papás y mamás", se les fue de las manos y hasta hoy.

Las familias son una construcción social. O como diría Anthony Giddens una "propiedad estructural" que sustenta el sistema, como también lo son las instituciones políticas o las clases sociales. Inventos, etiquetas para organizar y controlar la sociedad. Y no son ejemplos al azar. La política, al igual que la religión, ha llegado a invadir todas las esferas de las personas, incluso las más  íntimas. La familia parece que no es lo que tú entiendas por familia. Es un padre, una madre y un hijo o hija, a ser posible más y ya está. Así lo entiende el catolicismo, una buena parte de la sociedad y por supuesto, la política.


Si eres mujer, rozas la treintena y no tienes novio e hijos o en ultimísima instancia, al menos la idea de tenerlos,  míratelo chica, porque está claro que tienes un problema. Algo está mal en ti. No digamos ya, si ENCIMA, no tienes la concepción de familia que toca.

Anna Gabriel, diputada de la CUP, cometió la insensatez de opinar en Catalunya Ràdio sobre su  concepto de familia. En la entrevista cuenta que "si pudiese formar parte de un grupo que decide tener hijos en común le satisfaría la idea". También, "que la idea tradicional de familia es poco enriquecedora porque aunque quieres lo mejor para los tuyos, los tuyos son muy pocos." Bien, no debería haber demasiado problema con ello. Es una opinión personal de una mujer sobre su concepción de la familia. Punto.

Punto y seguido, claro. La polémica no ha tardado en aparecer. Antonio Lucas en Hijos en la tribu ironiza sobre esta idea. En cada frase casi. "Crecí además en una sociedad en la que pensar en follar era ya casi follar, lo cual me convierte en un engendro emocional propio de sociedades capitalistas". Creo que Anna no ha dicho eso. Creo, sólo ha vertido su opinión sobre un modelo tradicional de familia con el que se puede estar de acuerdo o no. Pero parece que alguien se ha sentido atacado sin motivos aparentes, y que realmente dice de sí, lo que él piensa de ella.

También Mayte Alcaraz en La tribu de Anna deja clara su opinión. Dice que Anna anima a los catalanes a que tengan hijos en la tribu. No hace esto. No desviemos la verdad de su camino, por favor, Mayte. Yo no voy a decir que tú obligas a todos los españoles, excluyendo a catalanes, a tener hijos en el seno de una familia normal. Pero sigamos que falta la parte buena:” (…) es todo el fruto que ha podido exprimirse de un cráneo tocado, además, por un peinado todavía más moderno que las ideas trangresoras que enarbola: un corte “ a lo borroka” que popularizaron las nekanes batasunas hace una década. Hay que valorar, eso sí,  la capacidad de esta señora, de elegante peinado, de retratarse  a sí misma en tan pocas palabras. El simple hecho de aludir a algo físico, además de innecesario, me parece una de las mayores manifestaciones de poca inteligencia y razón que conozco. Cuando te sobran argumentos coherentes para defender tu postura no recurres a ello.  Y no entremos en los prejuicios estilísticos de asociar un determinado look a una manera de ser y más si es una violenta. Creo que no es necesario explicar esta necedad.

Es muy buena, eso sí, en retorcer las palabras para acomodarlas a su gusto. Critica cualquier atisbo de ideología de izquierda porque según ella: "sus ideas liquidan la libertad de los ciudadanos violando cada espacio e autonomía personal y política". Stop. Me he perdido. ¿Autonomía personal incluye educar a mis hijos como yo crea conveniente o dejo que lo decida ella para no liquidar nada?

Pero aún hay más. El Mundo ha dado otro pasito para dejar clara su opinión. Leíamos en La crianza en tribu que propone la CUP: sin beneficios para el niño un ejercicio sincero de manipulación y adoctrinamiento. Este titular, aunque no se sepa, es una frase extraída (en el sentido más literal de la palabra, casi arrancada) de la opinión de un experto (¿Experto en tribus? ¡A veces me maravilla el ser humano!). Pero el problema es que si seguimos leyendo, el experto no dice lo que reza el titular.



El experto dice literalmente que no tiene ningún beneficio ni ningún perjuicio. Algo bastante diferente a lo que enuncian a priori. En una sociedad en la que, se dice habitualmente, somos lectores de titulares, algo así es inducir al engaño, querido periódico.

Pero al menos no llega al nivel de este titular de El periodista digital:


En una sociedad en la que cada vez está todo más institucionalizado es difícil defender algo tan natural. Guarderías para niños desde horarios intempestivos para que los padres puedan ir a trabajar o residencias para ancianos para que los hijos puedan vivir, sí. Ahora lo de educar niños entre toda una comunidad eso ya es pasarse de raro. Eso es ir contra natura, ¡a la hoguera, Anna!

Sin entrar en la cuestión de base que ha hecho aflorar toda esta polémica, que cada uno eduque a sus hijos como crea conveniente, veo innecesario todo el circo montado. Se puede compartir o no una opinión. Yo no comparto la de Anna, pero me parece enriquecedor que haya quién piense así, que haya culturas que lo practiquen y que la diversidad siga.  Porque la realidad es que, la que propone Anna, no es una opción que yo contemple escoger pero tampoco lo es que haya quienes intenten, desde su posición privilegiada, inmiscuirse, ni un poquito, en ello.


Nota al pie: Pido perdón por no haber utilizado el viejo (y al parecer obligado) proverbio africano para ilustrar esta noticia.

                                                                      El Confidencial
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