sábado, 21 de mayo de 2016

El lugar que ocupa el periodismo

Parecía una buena idea. El 15-M estaba de aniversario, cinco años ya desde aquellas protestas más o menos organizadas y que vieron su centro neurálgico en la emblemática plaza de Sol. Y aquello había que celebrarlo. Además caía en domingo, día por excelencia en el que La Sexta combate por un periodismo más limpio. O lo intenta. Blanco y en botella pensaron los directivos de El Objetivo. Pero verde y en tela de juicio.

Esta semana era noticia  el aniversario del 15M,  pero, puntualicemos: esta semana fue noticia que La Sexta desplazó su plató  hasta la propia plaza para retransmitir en directo desde allí su programa. Para el equipo se trataba de un intento de homenaje, de acercarse a la gente, al origen de este movimiento sin precedentes en este país por las consecuencias que ha traído.  Pero muchas personas que estuvieron allí no lo vieron así. Lo que percibieron fue una invasión de lo público, de su espacio. La construcción de todo un plató, con sus vallas para evitar altercadosse convirtió casi y paradójicamente, en lo contrario de lo que pretendían.

Parece que está de moda cuestionar la profesión. Estamos llegando a una especie de metaperiodismo en el que el periodismo habla solo de periodismo. Y para muestra: yo, ahora. Que si la prensa en papel está muriendo, que si el periodismo digital está cambiando las bases del tradicional, que si tú me censuras en tu medio y yo lo denuncio públicamente en el mío...

Hace 5 años, aquellas personas que se reunían en esa plaza, se quejaban de que los medios no les dieran la cobertura y la importancia merecidas. Ahora, la dirección del enfado iba en sentido contrario. ¿Quizá se podía haber informado con el mismo rigor pero sin tanta teatralidad? ¿Era necesario tanto despliegue de medios y de espacio, para contar lo que estaba pasando? ¿Hubiera sido más humilde y coherente, mantenerse en un segundo plano dando el protagonismo a la gente que allí volvía a manifestarse? ¿Tiene Ana Pastor esa necesidad de protagonismo constante de la que muchos le acusan?  O no. ¿O es que,  en realidad, estamos siempre dispuestos a criticar a los medios y a sus profesionales  hagan lo que hagan y lo que no?

Ferran Monegal lo tiene claro,  Ana aguantó la indignación  Y la aguantó bien. Sin censurar las propias críticas que se llevaron, los abucheos, los gritos de protesta de los que se sintieron ofendidos e invdadidos. Y la propia  protagonista accidental se dio por aludida como mostró en su cuenta de twitter.

Y como también explicó en ella: " Podíamos habernos quedado en el plató o subir a una terraza donde no se escuchaba a la gente y las críticas. Elegimos abajo.Gracias a todos!"

Javier Garín del periódico Diagonal se hace eco también de este debate en  El Objetivo celebra el aniversario del 15M poniendo vallas en Sol   con una opinión radicalmente opuesta a Monegal. Remarca que aunque la periodista es consciente de las críticas recibidas, dio difusión desde su cuenta al apoyo que recibió el equipo. También apunta que se quejó en varias ocasiones durante la emisión del programa de la dificultad de realizar el mismo y que no parecía muy dispuesta al diálogo. Su postura se ve claramente con esta frase: " Plantar un plató allí en medio y luego quejarse es no haber entendido absolutamente nada."

Periodistas hablando de periodistas, el súmmum del periodismo.

Y es que parece que el periodismo siempre esté cuestionándose. Día a día.  Y resulta agotador, y casi absurdo, tener que defender a un preso ya condenado a pena de muerte. Un preso que, por otra parte, no es del todo inocente. No se cuestiona constantemente y de manera pública  a los profesionales de la medicina  ni al gremio de los abogados, por ejemplo. Como mucho, casos aislados, como la corrupción del PP. Sin embargo esto sí es algo habitual en el periodismo. Y en los periodistas.

Estamos vendidos. Nos controlan los políticos y las grandes corporaciones, dejamos que los jefes nos censuren porque somos cobardes o aún peor, incluso nos autocensuramos  por ahorrarnos la reprimenda que presentimos agazapada, esperándonos tras la pantalla del ordenador. Compran nuestras críticas por unas entradas gratis a un espectáculo o un buen catering. Y hay que defender la profesión casi cada día. Y por si esto fuera poco, como hablar y escribir sabemos todos (peor o mejor), tenemos que demostrar nuestra valía para huir de la nueva competencia: el periodismo ciudadano. Porque nuestra materia prima es algo tan valioso, manipulable y al alcance de todos, como son las palabras. Y tenemos que aprender a usarlas, como las armas, para que no se vuelvan en nuestra contra. 

Creo que es un problema de perspectiva. Y de algún que otro ego subido. (Ya se sabe lo que dicen de la manzana podrida...) El periodismo ha alcanzado un protagonismo que no le corresponde. Como si el narrador de una película de cine mudo se convirtiera en el único personaje. Puede que a veces olvidemos que el periodismo es el medio. O que hagamos caso a pies juntillas a Marshall McLuhan y su "el medio es el mensaje". El periodismo debe ser  la vía para llegar a la gente, para escudriñar en las entrañas de la realidad y ofrecérsela a quiénes quieren entenderla. Y solo contamos con la honestidad, el esfuerzo y la autocrítica para mejorar y hacer de esta profesión lo que es, posiblemente la más bonita de todas.

Posiblemente.


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