(B)egocentrismo

Me avalan dos años de ballet y natación, tres de guitarra y francés, y otro de inglés y dibujo. Dos carreras de la que jamás sacaré partido, un módulo sin futuro, y otro máster rondando aún por mi cabeza... Soy, lo que se dice, una persona eficiente, entre otras muchas cosas...

Sensible, imperfecta e indecisa por naturaleza, pero sé que prefiero el frío al calor. Y un café, siempre.

Me diagnosticaron asma de pequeña, me negué a tenerlo, en cambio sospecho que padezco dislexia. No sé odiar. Me entretengo haciendo cálculos hasta que las matrículas de los coches den cero. De vez en cuando, me gusta diluir la vida en alcohol. Soy de esas personas que invita a una amiga a café, cuando necesito escuchar hasta que se me seque la garganta. Me encanta pensar las palabras que me gustan, y las que no. Y hacer listas con las que invento. No sé el orden de las estaciones, confundo todo lo que no sea primavera y verano. Me gusta jugar con las palabras pero frecuentemente hablo sin usarlas. Colecciono recuerdos y los pongo por apartados en mi mente, los protejo de olvidos y de posibles ataques de realismo que me obliguen a ser fiel a cómo sucedieron. Me apasiona escribir, siempre lo supe pero siempre lo olvidé. De personalidad algo adictiva. Me gusta callejear en sitios conocidos y desconocidos, y no llegar nunca a aprenderlos. También, la gente buena. No soporto que alguien me chille, ni quien no sabe argumentar sus opiniones sin faltar el respeto. Me considero buena persona y por eso, creo que soy mucho peor. Soy fruto de una depresión post-parto. Creo que el sentido del humor lo es todo y como quería un Nobel, empecé a fumar. Después de dejarlo, me hice amante de la ironía, pero sólo por supervivencia. 

Actualmente planeo cómo ser inmortal porque he descubierto que mi gran problema, es que me encanta la vida, que odio tener que decidir, porque adoro tantas cosas, que no me va a dar tiempo a recorrerlas todas. Pero ya que tengo que morir, o eso dicen, quiero que sea de una forma tonta, una que haga que quién me conozca, no pueda evitar sonreír mientras mueve la cabeza de lado a lado y piensa que, siendo yo, no podía haber sido de otra forma.

Y es que, soy tan especial como mediocre, conozco mis limitaciones y me impongo otras tantas, lo que hace que sepa que jamás seré la mejor en algo, ni siquiera en nada. Suerte que mi máxima aspiración en la vida es que aparezca una frase mía, en un sobrecillo de azúcar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario