Supongo que él sí puede presumir de inmortal, que él sí tiene derecho a voto y que el de una persona con experiencia está menos preparada para votar que alguien de 18 años. Volvamos al Romanticismo por favor, enarbolemos el valor de la juventud por encima de cualquier otra condición biológica irremediable porque es súper lógico. Hagamos sentir a las personas de 60 años como seres viejos, deteriorados por el tiempo y en el que su opinión no importa.
Decoremos todo esto con Cicerón y Schopenhauer y parezcamos cultos para que nuestra opinión
si valga, y no la de esos viejos que sólo hacen que incordiar y mirar obras.
El vicio del prejuicio le ha golpeado también a él. Me
pregunto cuántos años tendrá alguien con el secreto de la eterna juventud. Y
qué hará cuándo algún día llegue a la cola del súper con sólo una papilla y pida
pasar al jovencito de delante. Porque su mujer está enferma, o el nieto al que cuida
mientras sus hijos trabajan o porque las piernas no le dan tregua y quiera volver rápido a
casa. Sí, puede que esto sea un poco de demagogia, o no, pero ya que vamos a repartir tópicos, que
sean en positivo.
Una columna vacía de contenido y de dudoso gusto que solo
alcanzo a comprender si intento darle un tinte irónico a todo. Puede que esté diciendo
lo contrario de lo que dice, que pretenda criticar a quiénes opinan eso. Pero se le ha quedado grande el traje de la ironía
si esto es así. O puede que sea un votante de algunos de los llamados partidos de “la nueva
política” y se vea amenazado por el voto estanco de las personas pertencientes
a esa generación. Pero aún así, no lo veo.
Es casi una columna innecesaria. Que no aporta nada relevante al periodismo, quizás un poco de “resquemor”. Y no, no soy una señora de 60
años ofendida.
También es cierto que la culpa es mía por no haberle hecho
caso, por no haber cerrado los ojos
desde el principio para así, no haberla leído.
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