sábado, 14 de mayo de 2016

La juventud terrenal

Luís Martínez, el a partir de ahora eterno joven escribe, por desgracia:  La mística de la vejez. Ahí habla de encontrar un término medio en el que nadie salga herido pero él no lo ha encontrado.  Son ellos, (se refiere a los mayores de 60 años) en definitiva los que deciden el futuro de todos, (…).  Y eso independientemente de que si de algo no pueden presumir es precisamente de eso, de futuro. Aunque suene duro.” Imagino que aquí el autor intenta emplear un fino humor. Pero de tan fino no se llega a ver.  

Supongo que él sí puede presumir de inmortal, que él sí tiene derecho a voto y que el de una persona con experiencia está menos preparada para votar que alguien de 18 años. Volvamos al Romanticismo por  favor, enarbolemos el valor de la juventud por encima de cualquier otra condición biológica irremediable porque es súper lógico.  Hagamos sentir a las personas de 60 años como seres viejos, deteriorados por el tiempo y en el que su opinión no importa.

Decoremos todo esto con Cicerón y Schopenhauer  y parezcamos cultos para que nuestra opinión si valga, y no la de esos viejos que sólo hacen que incordiar y mirar obras.

El vicio del prejuicio le ha golpeado también a él. Me pregunto cuántos años tendrá alguien con el secreto de la eterna juventud. Y qué hará cuándo algún día llegue a la cola del súper con sólo una papilla y pida pasar al jovencito de delante. Porque su mujer está enferma, o el nieto al que cuida mientras sus hijos trabajan o porque las piernas no le dan tregua y quiera volver rápido a casa. Sí, puede que esto sea un poco de demagogia, o no,  pero ya que vamos a repartir tópicos, que sean en positivo.

Una columna vacía de contenido y de dudoso gusto que solo alcanzo a comprender si intento darle un tinte irónico a todo. Puede que esté diciendo lo contrario de lo que dice, que pretenda criticar a quiénes opinan eso. Pero se le ha quedado grande el traje de la ironía si esto es así. O puede que sea un votante de algunos de los llamados partidos de  “la nueva política” y se vea amenazado por el voto estanco de las personas pertencientes a esa generación. Pero aún así, no lo veo.  Es casi una columna innecesaria. Que no aporta nada  relevante al periodismo, quizás un poco de  “resquemor”. Y no, no soy una señora de 60 años ofendida.

 También es cierto que la culpa es mía por no haberle hecho caso,  por no haber cerrado los ojos desde el principio para así, no haberla leído.

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