martes, 17 de mayo de 2016

Sobredosis de humor


Quizá no esté todo dicho, al contrario de lo que afirma Elvira Lindo en Una legión de ofendidos O quizá sí. Puede que ya se haya dicho todo sobre todo. Puede que hayamos llegado a un punto de no retorno en el que ya hayamos tratado cualquier tema posible.

En política, por ejemplo, ¿quedará algo por decir sobre la corrupción? No sobre  nuevos casos, claro. Eso sabemos que es infinito, como la estupidez  y nuestra capacidad de ofendernos. Me refiero a si quedará algún adjetivo nuevo para tratar la desfachatez de los políticos. ¿Y sobre las negociaciones, pactos y demás tretas políticas? ¿Queda algún periodista experto o tertuliano entrenado para entretener que no haya dado su opinión al respecto? No sé vosotros, pero yo he llegado al hartazgo de los:  "no han sido capaces ni de llegar a un acuerdo", o los casi mejores: "fíjate tú que con tal de ganar son capaces de vender, e incluso alquilar, su alma al diablo". Todo está mal. Lo que se hace, lo que no, lo que se dice y lo que se calla.

Elvira siempre, o casi siempre, tiene razón. Puede que sí, que esté todo dicho. Y por eso precisamente solo nos queda la forma. Y el humor, señores, es el que mejor sabe manejarla. Sin ningún tipo de duda.

El humor es la única vía de escape legal a todo lo que nos oprime. La ironía es esa droga dura que nos permite retratar lo peor de la realidad desde una visión menos dolorosa. Pero hay que saber consumirla.  "Sola dosis facit venenum"  (la dosis hace el veneno) es el principio básico de la toxicología atribuido a Paracelso. Y viene a decir que una  sustancia puede producir el efecto perjudicial asociado a sus propiedades tóxicas solo si se llega a un sistema biológico susceptible en una concentración lo suficientemente alta. Traducimos: para que el humor ofenda se necesita alguien sensible que lo consuma  o una dosis exagerada del mismo. Sin ser yo nadie para rebatir los cimientos de ninguna ciencia, matizaría que también es importante las circunstancia de su consumo, es decir, el ambiente en que se desarrolla.

Humor sí. Con y, sobre todo, contra todo. El humor a veces ofende. Es cierto. Pero es que debe hacerlo. El sentido del humor es una de las muestras más evidentes que tiene el ser humano para probar su inteligencia. Saber usarlo y saber entenderlo. Saber no ofenderse. El humor sirve para decir la verdad, para aceptarla y sobreponerse a ella. El humor enseña. Nada se aprende mejor como aquello de lo que no eres consciente.

Otra cosa es que el humor de Bertín y Arévalo huela a Varon Dandy. Así como a rancio, como si a que nunca hubiera tenido gracia.  O que las imitaciones de Carlos Latre, por ejemplo, estuvieran pasadas de moda antes incluso de que empezara a ensayarlas.  O que Pablo Motos y El Hormiguero destilen machismo. O que los sketches de Mota sean de un sospechoso humor que lleva reciclándose desde el Pleistoceno.O un poquito antes. Y otra cosa también es que alguien airee insultos ondeando la bandera del humor. La libertad de expresión se defiende incluso cuando no se merece o no se defiende. Pero esos son otros temas

Porque aquí hablamos del sentido del humor. El menos desarrollado de todos junto con el del tacto. Hay que reírse más y sobre todo de uno. Porque la autocrítica es uno de los ejercicios más sanos existentes y, además, está al alcance de todos, sea cual sea nuestra "tara". Y lo entrecomillo por si alguien pudiera ofenderse. De hecho puede que rehaga el texto y lo incluya todo dentro de unas comillas gigantes. No sea que...

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